MAÑANA NO HABRÁ AYER
De la primera vez que tuve la ocasión de leer uno de los relatos incluidos en este libro, lo que recuerdo con claridad absurda es la necesidad de leer más historias como aquella, historias contadas exactamente así, como Alejandro Molina las cuenta. Y es que no importa en absoluto que sus relatos traten sobre un tomate que habla o sobre la primera conversación de la historia entre dos neandertales, porque en su forma de narrar hay siempre algo más allá de la propia historia, algo que se percibe como un zumbido, un trasfondo complejo y profundo que el lector va descifrando frase tras frase. Sumergirse en este libro es dejarse arrastrar a un mundo surrealista y mordaz donde todo resulta más real que en la vida misma.
Aitor Frías