Colosenses
En esta carta podemos aseverar que Pablo tenía que resolver dos problemas principales: uno era doctrinal y tenía que ver con la persona de Cristo; el otro era práctico y tenía que ver con la vida del cristiano. Estos dos problemas se corresponden con las dos secciones principales de la carta. La primera (1:13-2:23) es de carácter esencialmente doctrinal. La segunda (3:1-4:1) es práctica y ética. Pero están estrechamente vinculadas entre sí.
Pablo quiere que los colosenses vean en él a aquel enviado de Cristo autorizado para hablar en nombre del Señor. Tiene cosas serias que decirles y no deben tomarlas como las amonestaciones de un hermano o las recomendaciones de un amigo, como si pudieran aceptarlas o rechazarlas a su antojo. Escribe con autoridad. Sus palabras exigen obediencia, la misma clase de obediencia que exigirían si Dios mismo las pronunciara.
Si Pablo se presenta como apóstol que actúa por designio de Dios y como enviado de Jesucristo, es precisamente porque quiere que no leamos sus palabras como si fueran meras sugerencias humanas, sino como lo que son de verdad: instrucciones que tienen su origen en Dios.