Vente
Sí, soy una montaña rusa. Lo sé, lo siento. No puedo evitarlo. Quizá sea por mi signo del zodiaco, Aries, que hace que esté, a veces —no siempre—, como una puñetera cabra. No lo puedo evitar. Mi nombre es Vera López. Soy madre de Aitana y de Hugo. Soy periodista y he dado muchos tumbos en mi profesión.
Tengo cuarenta, y ya no sé si soy feliz, si estoy triste, si estoy satisfecha con lo que tengo... En definitiva, que me encuentro en un continuo cambio interior en busca de una respuesta a lo que ronda en mi cabeza últimamente: «¿Soy feliz?». No lo sé, lo único que presiento es que estoy acercándome a un punto de inflexión donde mi vida girará por un mensaje que me llega quince años después de un hipotético adiós.
Casada con Francisco — sin felizmente—, decidí responder a Roberto, el hombre que me volvía loca y que era capaz de tambalear la estabilidad que había conseguido con el paso de los años. Nunca se fue, aunque no lo admitiera. Tal vez era cierto que nunca me olvidó, por mucho que lo negara. Su orgullo era inquebrantable y jamás pronunció una palabra que me hiciera ilusionarme por algo. En realidad, llevo con ese punto de inflexión desde que tengo uso de razón en mi deseo de cambiar, disfrutar, llegar a la cima de mi felicidad.
Si bien es cierto que ese vaivén mental me dura poco obligándome a bajar a tierra para asumir mis responsabilidades diarias. «¿Qué estás pensando, Vera? ¡Que tienes que trabajar! ¡Que tus hijos están esperando el desayuno! ¡Que tienes que... que tienes que...!», siempre decía, no pienses en ti ahora, ya habrá tiempo de hacerlo. Ya habrá tiempo... ya.