Un hombre según el corazón de Dios
Cuando hablamos con la gente acerca de David, a menudo el comentario que se oye es: “Bueno, él también tuvo sus fallos”, y con este juicio han despachado a uno de los hombres más cercanos al corazón de Dios que jamás ha vivido.
Para ver el corazón de David tenemos que sumergirnos en los salmos. Hemos de escuchar sus oraciones y ser conscientes de sus sentimientos. Debemos acompañarle a la batalla, pasar las noches con él enfrentando los peligros del desierto y sentir sus emociones al tener un ejército buscándole para matarle.
El corazón de David es el que vemos en los salmos. Este era el auténtico David, no el que vemos en lo externo de todo lo que le pasó, ni mucho menos el que vemos en sus pecados. Nuestros pecados perdonados no nos definen. ¡Nunca podemos enfatizar esto lo suficiente! Dios no los ve, han desaparecido en el gran olvido de Dios. Nos ha lavado y nos ha hecho más blancos que la nieve. Nos ve en Cristo, con la justicia de Cristo. El pecado se ha ido y lo que queda de nosotros es la parte redimida, lo que realmente somos, nuestro corazón; y esto es lo que ve Dios.