¿Indignados, intimidados o infiltrados?
¡Indignaos!, el panfleto publicado por Stéphane Hessel en 2010, fue un llamamiento a la lucha por una sociedad justa. Este exdiplomático francés, que había luchado con la resistencia en Francia durante la Segunda Guerra Mundial, fue uno de los redactores de la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948. Con sus 93 años, ahora quería animar a los jóvenes a no resignarse ni refugiarse en la desidia. A indignarse por la injusticia, en vez de dejarse intimidar.
En el discurso del aposento alto, Jesús habla con sus discípulos de algo relacionado. Plantea una manera diferente de responder a las injusticias del mundo. Elabora ocho principios para aplicar el evangelio a la vida real, en medio de una sociedad que no funciona como debe. La nueva vida que Dios implanta en el corazón puede más que todos los obstáculos a la fe. Tenemos recursos espirituales suficientes como para influir más en los que nos rodean, que ellos
en nosotros. Somos agentes de la gracia de Dios, puestos aquí para contagiar positivamente en la vida de otros. Tenemos el llamamiento de infiltrarnos en la sociedad, impactando para bien.
La vida sobrenatural que fluye de la conexión con Dios ofrece soluciones a todas las situaciones que surgen desde la infancia hasta la vejez. Te permite aportar sanidad en el instituto, en la universidad, en el trabajo y en la sociedad. Te aclara la naturaleza de la amistad y del amor. Te capacita para ser una bendición en la familia que te ha
tocado. Te da recursos para encajar las dificultades que surgen en las relaciones personales. Te da una visión esperanzadora respecto al futuro. Si te plantas y vas con Cristo, habrá bendición aunque falten otros apoyos humanos.
Jesucristo lo cambia todo. Te cambia de indignado o intimidado, a infiltrado.