De Babel a Pentecostés
Un fantasma recorre Europa: el fantasma del plurilingüismo. Las políticas estrictamente monolingüistas de las viejas potencias europeas se las tienen que ver ahora con las nuevas instituciones supranacionales de la Unión Europea en las que cada estado, de acuerdo con su poder e influencia, intenta imponer sus lenguas en el mayor número posible de ámbitos. ¿Dónde está la comunidad lingüística minoritaria o no asociada a uno de los estados poderosos que no haya sido tachada de retrógrada, tradicionalista, conservadora o nacionalista excluyente cuando intenta que su lengua acceda con los mismos derechos que las demás a las instituciones europeas y deje de ser en el mejor de los casos un mero adorno circunstancial?
Dos cosas se derivan de este hecho. Todas las potencias europeas no tienen más remedio que reconocer que el plurilingüismo es un hecho del mundo actual que hay que aceptar.
Ha llegado la hora de que los plurilingüistas expongan abiertamente ante el mundo entero su visión, sus objetivos, sus tendencias, y opongan a la leyenda del fantasma del plurilingüismo un manifiesto de la naturaleza intrínsecamente plurilingüe de la sociedad humana.