EL LLANTO DEL ASTRONAUTA
El llanto del astronauta es un adiós a la Tierra y a cuanto significa para el poeta, un adiós a las telúricas raíces que conformaron la sangre de sus venas, un adiós ingrávido que flota frente a él, aglomerado en una sola gota en la que puede verse reflejado.
El llanto del astronauta es un réquiem por Himalaiskoye, la finca en la que Chéjov quiso ver el retrato de una sociedad sustentada tan solo por el tácito silencio de la inercia, por la muda e inanimada aceptación de todas aquellas almas que permanecen alejadas del sufrimiento ajeno por voluntad propia.
El llanto del astronauta es, al fin, la confluencia de una despedida y un rechazo, la fusión de lo que sabemos y lo que ignoramos: cincuenta poemas superpuestos e inseparables que representan el lastre a abandonar para poder alzar el vuelo, para comenzar un viaje que parte de dos versos y conduce a uno mismo, al fértil vacío en el que es posible abrazar lo intangible y leer lo inefable, a la liberación que supone toda página en blanco.